martes, 15 de mayo de 2012

¿QUIÉN SOY?


Este capítulo, aunque el título parece sugerirlo, no contiene una historia de vida, aunque si así fuera seguramente resultaría que en muchos aspectos soy una persona bastante común.

LO QUE NO SOY…
 No soy médico, ni sociólogo, ni economista, ni politólogo, ni santo, ni político, ni maestro, no tengo profesión alguna, ni título universitario –y por supuesto no tengo post-grado en nada-, ni tengo fortuna, ni un gran coeficiente intelectual, ni he contactado con extraterrestres ni con el “más allá”, ni conversado con el Dalai Lama, ni viajado por el mundo… Tampoco me considero un soñador, ni un iluso, ni un abstractista… y  si a alguien, en algún momento, llegué a parecerle un intelectual estuve “congelado” casi por veinte años por lo que hasta esa etiqueta me cuesta poner en mi frente.

¿POR QUÉ ESCRIBO ESTO?
Todos los contenidos del blog son producto de la preocupación, de la incertidumbre, de muchas preguntas y la necesidad mínima de respuestas. Por años transité lejos de este camino, el de tratar de ser más conciente del mundo que nos rodea, de analizar el presente y de tratar de descorrer el velo sobre lo que nos espera. Es un camino racional,  aunque en algún momento puede acercarse y confundirse con la mística, sobre todo porque soy un convencido de que el contacto reflexivo con la naturaleza también nos puede dar conocimiento.

¿POR QUÉ NO TENGO INTERÉS EN SER CONSIDERADO “ORIGINAL”?
Para escribir algo totalmente distinto y estar seguro de que lo es tendría que leer “todo” lo que se escribió desde que se comenzó a escribir sobre los temas que me preocupan. Este “todo”, para mí, no significa la literatura sobre determinado tema producida en Occidente en el siglo 20, o en el 19, o 18… “todo es todo”…  Algo que veo poco posible, porque la vida no es infinita y porque además prefiero emplear parte de ese tiempo “construyendo”… Y muchos de los temas son tan comunes, tan “transitados”, que por fuerza se puede opinar, pero difícilmente ser original. Prefiero ser radical y que eso no sea un problema, ni una traba, ni un obstáculo, ni un lastre. Renuncio a ser considerado original y por lo tanto me declaro libre de citar o no a autores y bibliografías. Ci cito a alguien lo haré libremente, sin el compromiso de ser exhaustivo, porque sino terminaría siendo un armazón de piezas sacadas de tantos otros libros y autores… y esa  no es la idea que me anima.

AUNQUE PUEDEN ENCONTRARSE COSAS ORIGINALES…
Sin duda… habrá cosas originales, no se puede descartar. Como tampoco se pueden descartar citas de autores y de libros… Me consta que sobre muchos de los temas que escribiré o parcialmente por lo menos han escrito personas muy destacadas, con más inteligencia, con mejor capacidad para comunicar cosas y sobre todo especialistas en tal o cual materia. Me gustaría citar algunos… aunque tengo tendencia a discutir muchas de las cosas que leo o escucho o veo. Podría agregar relativo a esto que la contemporaneidad lleva tiempo redescubriendo  y renombrando posturas y formas de pensar ya descubiertas hace mucho tiempo atrás… por otro lado desconfío de las “escuelas”… generan reacciones de odio o amor, me gusta o no me gusta, cuando creo que las cosas no son “tan” así. Las escuelas tienden a cerrarse a otras líneas de pensamiento o de acción… por otro lado “cerrarse” puede ser un mecanismo de defensa sincero o tramposo que en cualquiera de los dos casos hace que la “escuela”, sea de lo que sea, pierda la dinámica necesaria para desarrollarse.
Y perder la dinámica, nunca es algo deseable ni aconsejable.

HAY CUESTIONES MÁS RELEVANTES QUE SER CONSIDERADO “ORIGINAL”…
Lo que sí es relevante es que cualquiera de nosotros, con el suficiente bagaje de conocimiento y con una inteligencia relativamente afilada para manejarlo, puede llegar a interpretar casi toda la fenomenología en que estamos envueltos, no importa el casillero donde caiga, política, sociología, psicología social, historia, economía, etc… Solo alcanza poner empeño en hacerse del conocimiento y preparar la inteligencia.
También es relevante que tengo la sensación de que estamos viviendo cambios, algunos de ellos muy rápidos y algunos de ellos no deseados. Creo que es claro que no todos los cambios de nuestra civilización son para bien… sino evidentemente a esta altura viviríamos mucho mejor de lo que vivimos. Quizás no habría hambre, quizás muchas enfermedades no existirían o estarían casi controladas y posiblemente hubiéramos colonizado la Luna… pero claro, nos encontramos con que vivimos una gigantesca crisis financiera, que no solo sepultó las principales economías sino que también desvió impresionantes recursos financieros para soluciones que no funcionaron –o que está por verse a ver qué resultados dan- y a la misma vez  se gastan miles de millones en armamento… Por si fuera poco, mientras tanto se daña el planeta, hay recursos que van menguando cada vez más, el crecimiento de la población en algunos lugares es desproporcionado… y para empeorar todo hay vaticinios de todo tipo que nos dan más incertidumbre.


EL CONOCIMIENTO A VECES PROCEDE DE EXTRAÑAS FUENTES…
El conocimiento no siempre viene de haber leído un autor determinado… hay lugares “comunes” para todos los humanos… a los cuales se llega por caminos propios y particulares, a veces casi sin guía y ocasionalmente sin guía en absoluto. Existen esos lugares del conocimiento… y cualquiera puede llegar a ellos. Por otro lado creo en la “simplificación”… que no es más que desembarazarse de una gran cantidad de conocimientos accesorios para ver todo con más claridad… Este ejercicio de simplificar, cuando tenemos cierto bagaje de conocimientos y una inteligencia relativamente entrenada y atenta también nos puede llevar a lugares nuevos del conocimiento… que no digo sean originales –es decir, no digo que nunca antes alguien pensó igual- sino que lo hicimos por nuestros propios medios.

SOBRE EL LENGUAJE UTILIZADO
Es necesario etiquetar y rotular, es inevitable, pero reconociendo esta necesidad, la de ponerle nombres a las cosas para su clasificación, para su reconocimiento, es inevitable tener en cuenta que no soy especialista en ninguno de estos campos. Los especialistas utilizan un lenguaje propio, que podríamos llamar “técnico” para denominar situaciones, conflictos, etc. Prefiero no restringirme a utilizar el lenguaje “exacto”… no porque lo cuestione sino porque prefiero usar, por ahora, mi propia forma de denominar las cosas, que por otro lado espero sea la más entendible. Por eso la aclaración… algunas palabras no pueden ser tomadas “literalmente” por un especialista pues puede pasar que sean utilizadas “profanamente” y su significado será otro, parecido quizás, pero no el mismo. Este uso del lenguaje puede cambiar con el transcurso del tiempo, espero que para mejorar mi capacidad de comunicarme.

¿QUÉ OBJETIVOS PERSIGO?
Analizar, entender, reflexionar… son los caminos, las herramientas necesarias para lo que vendrá. La ecuación es simple… entrenar la inteligencia, sumar todos los conocimientos que sean posibles, interpretar lo mejor posible la realidad, volvernos más “concientes” y llegar a “ver” qué nos puede deparar el futuro y qué medidas podemos tomar. Por lo pronto, estoy convencido de que una inteligencia hábil y afilada, con amplios conocimientos a su disposición es la mejor forma de encarar el futuro… cualquier futuro. Podemos realmente hacer proyecciones sobre lo que vendrá, pensar en distintos escenarios… y en razón de ellos tomar las medidas necesarias, obviamente en la medida de nuestras posibilidades y responsabilidades.

¿POR QUÉ ESTE TIPO DE RACIONALIDAD ESTIMULA LA ESPIRITUALIDAD?
Porque son inseparables… realmente. Podría perfectamente usar el rótulo de “racionalismo místico” sino lo utilizaran para otra cosa, pero el racionalismo bien entendido, en donde el humano busca su esencia, en donde mira a su interior reconociéndose como especie y lo que eso significa y en donde también mira alrededor y ve lo que como especie estamos haciendo, identificando aciertos y errores, progresos y también involuciones, ese racionalismo, necesariamente estimulará la espiritualidad. Desde el momento que comience a reconocerse a sí mismo comenzará a reconocerse también como pieza, como parte integrante de todo lo que lo rodea… y esta forma de ver la “racionalidad”  nos enseña que todo tiene que ver con todo… todo está vinculado entre sí. Sin creernos más trascendentes de lo que somos y aún siendo -como muchos han dicho- una mota de polvo en el Universo, tenemos nuestro espacio, nuestro lugar, nuestra trascendencia, como especie y como individuos… y es correcto pensar que todo lo que hagamos dejará su huella. Nuestras acciones pesan en todo este contexto.

RACIONALISMO, ESPIRITUALIDAD Y EVOLUCIÓN
El racionalismo no tiene por qué ser incompatible con la espiritualidad, al contrario… es su punto de partida, su inspiración. Y la espiritualidad es una escalera que está allí para que podamos treparnos a ella, escalón a escalón y en la práctica, día por día, persona a persona. No soy quién para decirlo, pero de esa escalera depende nuestra evolución… no precisamente de que lleguemos o no a las estrellas, o de que consigamos energías renovables y baratas o de que logremos vencer todas las enfermedades o de que logremos vencer el hambre. Es curioso, pero no tiene por qué pasar mucho tiempo para poder, o llegar a las estrellas, o vencer el hambre, o las enfermedades u obtener energía renovable y barata… es solo cuestión de que los científicos resuelvan alguno o todos esos problemas o si, como dicen algunos muy convencidos, alguna civilización extraterrestre –sea ya contactada o no-  nos de la tecnología para solucionar estos problema. Pero cualquiera de estas opciones, curiosamente, no nos hará “evolucionar” por si mismas. Lamentablemente precisamos más que desarrollo tecnológico y mejores artefactos y que no exista hambre y enfermedades para evolucionar… Quizás sea conveniente una reflexión sobre la “evolución” de la que estoy hablando… Porque podemos pensar que el hombre de principios del siglo 21 está más evolucionado que el hombre del siglo, digamos 18… -las diferencias parecen ser abismales-. Sin embargo resulta paradójico –y hasta irónico- que una especie humana más “evolucionada” tenga un poder auto-destructivo tal como para terminar con toda la especie… un poder que antes no teníamos… y no se trata de que manejemos energías potencialmente peligrosas, que en un accidente signifiquen el fin de la humanidad como la conocemos… no,no, son tecnologías desarrolladas específicamente para eso, para aniquilar y todos saben qué ocurrirá si alguien, algún día, hace uso de ellas. A eso me refiero cuando menciono “evolución”... Podremos hablar de evolución cuando dejemos de matarnos entre nosotros… cuando comencemos a hacer avances para poder alimentarnos sin tener que asesinar a otras especies animales, cuando no tengamos necesidad de que unos despojen a otros de recursos por cualquier medio –incluida la aniquilación-. Y es la evolución espiritual la que nos puede salvar de nosotros mismos, de “la otra” evolución, de la evolución tecnológica, de la que no tiene corazón ni conciencia… Lo que está pasando ahora, en muchos ámbitos, es fiel reflejo de lo que digo. Insisto entonces… es la evolución espiritual la que nos protegerá de muchos de los efectos de la evolución tecnológica. Mientras estén “desfasadas” viviremos en constante peligro, incluso el del fin de la especie…

PERO LA ESPIRITUALIDAD, EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL… ¿NOS SALVARÁN?
Como dije unos renglones más arriba, podría salvarnos si, como especie, tuviéramos el suficiente desarrollo espiritual… Es esto lo que nos puede “proteger”. Pero no lo digo en un sentido religioso o escondido, sino como lo vengo haciendo: la intelectualidad –que supone mayor comprensión de nosotros mismos y de lo que nos rodea-, nos conduce a una mayor espiritualidad, y juntas nos guiarán para detener y quizás revertir algunos procesos que están en marcha y que, ya siendo dolorosos, pueden empeorar más… y esta visión se aplica a otros mundos, si algún día los hubiera.
Ahora bien, si la pregunta se refiere a si un mayor desarrollo y crecimiento espiritual “individual” nos salvará de una catástrofe “mágicamente”, si esta ocurriera mañana… no, no lo hará como individualidades, no funciona así, como tampoco nos salvará de todos los problemas que estamos generando en el planeta. La espiritualidad ha de verse como un bien, que para que tenga verdadero poder debe expandirse entre toda la especie. Y la espiritualidad es digamos, un sub-producto de este modelo de racionalidad que defiendo… En definitiva lo que  nos puede ayudar y eventualmente salvar es la racionalidad practicada como la creo. Vale un ejemplo: Si tenemos un campo frente a nosotros y queremos que dé frutos, tarde o temprano nos daremos cuenta de que por la contemplación no lograremos la siembra y obviamente, tampoco los frutos de la cosecha. Tenemos que tomar un arado, preparar la tierra, sembrar, esperar que crezca, regar si es necesario, librarla de plagas y luego, todavía, cosechar. Es el único camino que existe.
Tenemos que ser capaces, en la práctica, de enfrentar cualquier realidad que nos depare el futuro… esto lo haremos “creciendo” y crecer significa no solo hacerlo intelectualmente sino también espiritualmente. Es inevitable, pues tenemos que vivir en la mayor armonía posible, aceptando nuestras virtudes y defectos, como individuos y como especie. Algo está claro… la espiritualidad no es un factor debilitante, al contrario, da fortaleza… eso la hace deseable y saludable.
La “salvación”, para los que se preocupan por ella, es un proceso, en donde todos deberíamos crecer intelectual y espiritualmente y tomar las medidas necesarias para cambiar lo que haya que cambiar. Mientras tanto, mientras realizamos este proceso de crecimiento, tenemos la obligación –creo- de sobrevivir lo mejor posible… y este “proceso” nos ayudará a ello.

¿SEREMOS PACIFISTAS?
En algún lugar digo que somos bárbaros… lo somos. También está claro que tenemos que tratar de ser cada vez menos bárbaros. La violencia es síntoma de barbarie. Matar es una de las horribles caras de la barbarie. Pero no se puede renunciar a la violencia bajo el riesgo de que la practiquen contigo… sería no solo estúpido, sino también contraproducente. ¿De qué te sirve tener campos sembrados, árboles frutales, ganado, alimentar bien a tus hijos, si no podrás defenderlos de una agresión inesperada? Decir que la violencia es mala y perjudicial no significa negar que vivimos en una sociedad y en una civilización en donde la violencia es uno de los “lenguajes” más utilizados. Es una de las cosas que necesariamente hay que aceptar. Pero hay que tener bien claro que es un “lenguaje” alternativo… y cuanto menos se utilice mejor.
El pacifismo no es un fin, es un factor. El fin es el “equilibrio”, en donde el pacifismo puede ser un factor con mayor o menor importancia. ¿Por qué esto? Porque además de ser bárbaros, además de que la violencia todavía está en nuestra naturaleza individual, no podemos ser pacifistas en una civilización en donde el derecho internacional, que podría dar garantías a un estado con esa característica, la de ser pacifista, no da garantías en absoluto. Y puede ser peor en las épocas que vienen, dada la incertidumbre sobre el futuro.
En todo caso no utilizar la violencia y no hacer una apología de ella no significa no estar preparado para usarla…  y cuando se use hay que hacerlo con la mayor efectividad posible. Si te fijas un objetivo, cumplirlo y ser implacable. Por eso nunca ha de tomarse la violencia con liviandad.
A lo largo de mis escritos dejo ver que no creo en un mundo de paz… no lo hago por pesimista, solo veo nuestro “recorrido”… Pero me siento un pacifista obligado a luchar y no un violento que disfruta de la pelea. Esa forma de verme no me hace para nada más débil, al contrario… El mundo no es un lugar pacífico y lamentablemente hay que prepararse para la guerra… pues si no la vivimos nosotros lo harán nuestros hijos… pero también tenemos que ser pacifistas… la paz tiene que vivir dentro nuestro y además tenemos que sembrarla. Parece paradójico… pero no lo es.
Viviendo en paz, debemos prepararnos para la guerra.

¿ES ACONSEJABLE UN ENTRENAMIENTO MARCIAL?
Si, sin duda. Por muchas razones. En el caso de las disciplinas marciales porque tienen una filosofía detrás que es saludable… por otro lado hacemos ejercicio, aprendemos a defendernos, nos disciplinamos y nos conocemos, aprendiendo a respetar nuestro cuerpo. Sería deseable que nuestros hijos puedan también aprender alguna de estas disciplinas, por las mismas razones. Sobre armas y teoría y práctica de combate… también sería deseable. En el caso de que no tengamos que aplicar en nuestra vida ninguno de estos conocimientos, que obviamente sería lo más deseable, sería importante que estemos en condiciones de transmitirlos, de comunicarlos, a nuestros hijos y a quienes nos interese que los reciban.

UN INTELECTUAL QUE SOBREVIVA…
Si cultivamos el intelecto, seremos intelectuales… Más adelante escribiré sobre qué atributos tendría que tener un intelectual para ser más “viable” bajo cualquier circunstancia. Es obvio que entre estos está el mayor desarrollo intelectual posible, con una inteligencia entrenada a la que se le van agregando la mayor cantidad posible de conocimientos… pero estos conocimientos tienen que ser también prácticos. E insisto… no se trata de que nadie cambie su vida radicalmente, pero si que consideren algunas mejoras y algunos cambios progresivos, como que hay que adquirir el tipo de conocimientos que nos pueden ayudar a salir con el menor daño posible de circunstancias accidentales y obviamente no deseadas, de todo tipo y en cualquier lugar. Sin duda que uno de los conocimientos que tenemos que adquirir es la capacidad de auto-defendernos, pero no es el único y ni siquiera el más importante. Cuando desde la antigüedad se decía “Mente sana en un cuerpo sano” se referían a que nuestro cuerpo es el “vehículo”, el “contenedor”, y hay que respetarlo, entrenarlo y cuidarlo lo mejor posible.


EL HOMBRE NO HA CAMBIADO DEMASIADO…
El hombre, a lo largo de los milenios, no ha cambiado demasiado… nos enamoramos, nos conmovemos ante un bello atardecer… y tenemos básicamente las mismas preocupaciones. Piensen… comida, un lugar seco para dormir, seguridad, la posibilidad de tener descendencia y cierta libertad, libre albedrío… Es más, cuando digo “el hombre” me arriesgo a decir que “todos” los de la especie vivos en este momento tienen básicamente las mismas preocupaciones. Claro, quizás las tienen o tenemos tan ocultas por otras decenas de necesidades y matices de estas necesidades que hacen casi imposible distinguirlas… pero están. Y no solo el hombre no ha cambiado básicamente como especie sino que “todos” los humanos somos básicamente iguales… Todos. Puede haber variantes por diferencias culturales, religiosas, etc, pero no somos tan distintos. Por eso podríamos llegar a decir, aunque lejos estamos de eso lamentablemente, que nuestra patria es este planeta y que todos los humanos nos consideremos hermanos… pero lejos estamos de esto.

¿SE PUEDE LLEGAR A UNA CONCLUSIÓN?
El desarrollo intelectual como yo lo defiendo va a la par de un crecimiento espiritual, que es a la vez el “seguro” de que vamos por el buen camino. Creo que la evolución tecnológica no es la verdadera evolución… sino que será la espiritual, que es lo mismo que decir la de esta “intelectualidad” que pretendo explicar de aquí en más. Será la evolución espiritual la que salvará la especie, si esta ha de salvarse. La guerra, la violencia, son sinónimos de barbarie… y tenemos muchos gestos y conductas “barbáricos”. Diría que soy pacifista… lo soy… pero siéndolo tenemos que estar preparados para la guerra. Esta “intelectualidad” hará conocer mejor el presente y prepararnos para el futuro, cualquiera sea éste. El conocimiento y la inteligencia son nuestros mayores bienes, son nuestras garantías de que llegado el momento haremos, por lo menos, el mejor esfuerzo para resolver lo que sea necesario. Ser más concientes de nosotros mismos y del todo que nos rodea es el primero paso para “crecer”. Crecer intelectual y espiritualmente, ser capaces de comunicar los conocimientos, de defenderse a si mismo y a los suyos… eso es lo que siembro.

                                           FIN
Para bien o para mal, yo no solo resumo lo que otros han escrito… aporto, destilo y voy forjando una forma propia de ver e interpretar las cosas. Son el campo y “la soledad creadora” –como alguien le llamó- los culpables…

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